
Solo quería que tuvieras algo mío. Habitar el lugar de alguna especie de ser que un día te invito a jugar en su mundo y aceptaste, y reíste. También pintaste, y el mundo vibró en colores, nuestro mundo. En ese mundo de colores y risas, nos conocimos. Nos sumergimos en una dilatación de causalidad, días y noches enteras de ese algo enmarañadamente hermoso. Ese algo que inexplicablemente me llevaba a querer conocerte más, explorarte, buscarte, encontrarte. Encontrarte una y mil veces, todas de diferente manera, conocerte de una y tres mil veces, todavía más diferentes.Es amor, me dicen, siempre fue amor… y dan en el blanco pero de lo que yo hablaba nadie podía conocerlo, ni comprenderlo. La existencia innegable de ese magnetismo, ese “nosé qué” en el que el hecho de alejarme o desinteresarme, era impracticable. Me gusta llamarlo magia, me agrada que no tenga explicación. Tiene ese sabor dulce, ese indescifrable misterio que es encantador. Eso que solo vos y yo conocemos, porque es nuestro. Lo hacemos y deshacemos, tornándolo una y mil veces al revés. Te invito un café, y a darle la vuelta al día en ochenta mundos. En cada uno estaremos, en ese eterno infinito, en cada uno estaré, amándote siempre.. en ese eterno infinito.
No comments:
Post a Comment