Tuesday, October 22, 2013

I could not take the burden of both me and you

Fue casi como un trámite. Los papeles acá, los sellos allá, haga fila por la izquierda, retire su ticket por la derecha, no olvide no tener emociones.
Empezó como el frío viento comienza por rayar tu cara en ese imperio de lo helado, donde el viento no es viento, sino feroces soplidos de una bestia invernal a la que han fastidiado, o padece de glotonería. Los feroces soplidos nacen en plena noche de invierno, a oscuras, a solas, famélicas. En compañía, en manada, pero a solas.
Yo era la presa de la jauría, inmóvil, casi estupefacta. Sentía sus miradas sobre mi, desesperadamente pacientes observando todos mis movimientos. Aprendí a esperar, y la paciencia terminó por despojarme en pedazos. Uno siempre sabe, intuye, espera.. Así fue que empezó.
Lo siguiente fue sentir, casi como a corazón abierto, los poros de la piel completamente dispuestos a sentir. Un escalofrío correteó cuesta arriba por toda mi persona, luego vino el tembleque, el terremoto, la rajadura de pared, el vértigo, y la caída. No está ni el tiempo de pensar cómo caer, como decír, como expresarse... ante tanto todo. Un golpe y paf! listo, ya está. Concluye y uno queda atrás, dando vueltas en lo etéreo, en qué todavía hay mucho por decir, por hacer.. todo es tan basto.
Luego de la caída, uno se vuelve espectador. Queda detrás de ese vidrio inminente -porque aún no lo han construido, el tiempo lo hará-, como una exposición o un espectáculo, del que ya no es partícipe. Uno mira a través de esa ventana, ve el amor pasar, y piensa, qué fácil es y con qué facilidad lo hacen. Qué fácil es tomar a un animal como un objeto, deborar su piel, comer sus entrañas. Qué fácil es arrancar una flor, quitarle la vida, no pensar. Qué fácil es cerrar una puerta, no salir. Qué fácil es, uno aprieta "Eliminar" y todo se borra.  Es algo automático, como levantarse por la mañana y abrir los ojos. Lo impresionante es lo helado, lo ajeno, la extrañez. ¿Cómo? uno se pregunta, ¿Cómo? uno se repregunta. Se da cuenta que ya no puede hacer nada. Se hace un té y resonga porque no es el sabor que quería, o porque está muy frío y lo quería caliente. Cuando uno en realidad quiere decir, estoy llorando porque te amo y vos te vas, porque tengo cosas por decír y ya te fuiste, hace tiempo.. y frío. y sí, siempre me quedo mucho por decirte, pero eso ya no importa, nunca importó.
Yo fui presa de esa jauría, de las palabras rotas, del corazón que no para de latir, del interminable amor al aire, que nunca decrece, fui presa de la estúpidez y del desinterés. Me cortaron de a poco, me tallaron de más, qué te puedo decir, si ya ni apareces por acá.


"Creo que a todos nos ocurre: tenemos un pudor de decir estoy llorando porque te amo y vos te vas, y entonces decimos pero tarada, el mate está frío y, en realidad, queremos llorar poque miró a otro tipo. Nos encerramos en el baño y decimos ¿Cómo esta guacha pudo mirar a otro tipo? Y hemos hecho un quilombo porque la sopa no estaba bien. Yo al menos, reacciono así. Por pudor y por timidez, uno habla de otras cosas."
-Leonardo Favio "La Sabiduría del corazón"




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